martes, 20 de enero de 2015

LA VOZ EQUIVOCADA

¿Os acordáis de que hace casi un mes os dije que el señor Gordo no se había acercado ni siquiera por los alrededores de este manicomio para saludar? Pues bien pocos días después el Niño sí que se pasó por estas instalaciones para visitar a algunos de los residentes (entre los cuales por supuesto me encontraba yo). De hecho se mostró bastante efusivo y generoso con algunos de nosotros pues vino bastante cargado, pero no de millones de euros si no de tos, mocos, fiebre, dolores de cabeza, de garganta y hasta de oídos. Vamos, lo que viene siendo con una señora gripe que en mi caso derivó a una neumonía de pies a cabeza. Tanto es así que desde entonces he estado recluido en la enfermería en estado de cuarentena apartado de todo contacto.
Hoy por fín he salido de ese estado y a pesar de que todavía no estoy recuperado al 100% y que todavía arrastro algunos síntomas por lo menos puedo volver a mi celda y recibir visitas sin riesgo de contagio. Atrás quedan esas primeras noches rondando los 40 de fiebre donde las alucinaciones y las voces de distinta índole volvieron a resonar en mi dolorida cabeza. Noches de sudores, escalofríos y ojos rojos como platos lavados en sangre. Fueron noches malas pero nada comparables a las que se sucedieron después cuando superé la fiebre y las alucinaciones y las voces desaparecieron de mi cabeza pero no así el dolor ni el insomnio. En esas noches en las que los ataques de tos me dejaban sin fuerzas y con una garganta ardiente como si en vez de saliva tragara lejía, cerraba los ojos y agudizaba los oídos tratando de escuchar una voz en la oscuridad. Pero no una voz cualquiera si no esa voz cálida y suave que, susurrada al viento, tantos pensamientos agradables y positivos me habían transmitido cada noche. Pero ya hace mucho tiempo de eso y ahora solo oía silencio, un silencio frío, oscuro y desapacible. Ni voz, ni viento ni ningún otro pensamiento que no fuera el de morirme de un ataque de tos pues aunque pueda parecer una muerte poco "soñable" por lo menos supondría el punto y final a tanto padecimiento y malestar general.

Sin embargo esas noches pasaron y llegaron los días. Y llegaron los rostros que se asomaban al cristal que me mantenía aislado del mundo para ver cómo estaba, mostrar su preocupación y darme muchas muestras de apoyo y ánimo. Rostros y sonrisas que me devolvieron al menos las ganas de no morir.
Poco a poco empecé a sentirme mejor y pude incorporarme en la cama para atender a aquellos que se acercaban al otro lado del cristal para hacerme compañía. Y conversando con ellos comprendí que todo este proceso "neumótico", estado de cuarentena incluido, podía suponer un punto de inflexión en mi locura ya que me permitía la posibilidad de expulsar de mi todo lo malo que llevaba dentro y empezar un proceso de regeneración para comenzar otra vez de nuevo. Aun así por las noches seguía intentando oir esa voz y solo escuchaba el silencio...
No se lo comenté a nadie, sin embargo en este manicomio de la vida he coincidido con personas que me conocen mejor que yo y no necesitan escuchar mis palabras para saber qué me pasa. Una de esas personas, la enigmática mandanguera, vino una tarde a última hora y sin decir palabra me coló a través de la bandeja por la que me suministraban los medicamentos un DVD con una nota que decía lo siguiente: "Cuando te canses de esperar y de oír el silencio por las noches cierra los ojos y escucha esto." 
Mi cara de sorpresa no tenía nada que ver con la nota a pesar de que nunca le había hablado de mis noches a ella, pues como ya he dicho es una de esas personas que me conoce mejor que yo y no es fácil de engañar. Tampoco tuvo nada que ver con que viniera y se fuera sin decir una palabra como si hubiera sido una aparición fantasmal, pues en esa circunstancia había poco que decir.
Mi sorpresa y estupefacción tuvo que ver con el contenido de ese DVD: un concierto de THALÍA. Y es que más allá de un par de canciones veraniegas que pegaron cuando yo era adolescente y alguna que otra aparición televisiva que demostraba que era la típica tía buena que bailaba y se lucía mejor que cantaba (al menos eso pensaba hasta ahora) poco más sabía de ella. Tampoco recuerdo haber visto a la mandanguera escuchándola alguna vez ya que ni siquiera encaja con el estilo musical que suele escuchar. Pero la mandanguera tiene esas cosas: que tras más de dos décadas creyendo conocerla de repente va y te sorprende con algo totalmente impredecible.
Sobra decir que esa noche ni siquiera intenté oír el silencio. En cuanto se apagaron las luces y la enfermería quedó en absoluta calma puse el DVD, sin embargo aunque la mandanguera me había escrito que cerrara los ojos en ningún momento pude apartarlos de la pantalla. Quedé hipnotizado por una Thalía que con unos simples vaqueros y una camiseta de manga corta transmitía una fragilidad, ternura, dulzura y paz espiritual muy alejada de la imagen frívola y de tía buena superficial que yo tenía en mi cabeza. Sí, ya sé que suena demasiado empalagoso y sensiblero hasta para mi mismo, pero llegados a este punto no puedo empezar a mentir y cambiar mis sensaciones.
El concierto iba avanzando y canciones más animadas me fueron transmitiendo más alegría y ganas de vivir hasta que a la mitad del concierto aproximadamente se produjo ese cambio de chip en mi interior que seguramente era el que esperaba la mandanguera cuando me dio el DVD.
Sentada en un taburete y con los ojos cerrados durante casi toda la canción la cantante interpretó un tema que me puso los pelos de punta y que me hizo plantearme que a lo mejor la voz que yo seguía esperando escuchar se había equivocado al hablarme a mi y que mis oidos no eran realmente los destinatarios de su mensaje. Sé que todo suena demasiado profundo y que puede parecer una auténtica locura pero qué queréis, en este manicomio el más cuerdo es el que sale de la enfermería con los pies por delante y aunque yo acabo de salir de allí sigo teniendo los pies en el suelo... y la cabeza en las nubes.

Si has conseguido llegar al final de toda esta parrafada y quieres disfrutar del concierto y averiguar cual es la canción a la que me refiero aquí os dejo el vídeo.


4 comentarios:

  1. Vuelves por la puerta grande querido loco. Hacía tiempo que no te leía una entrada como esta tan a tu estilo: mezclando realidad y locura al 50% y entretejiendo temas como un auténtico sastre de las palabras, aunque el final ha sido un poco pasteloide. Aun así te felicito y espero seguir leyendo entradas como esta pero tal vez menos edulcoradas.

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    1. ¡¡¡oido cocina!!! Una entrada para diabéticos marchando xD

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  2. Espero ya estés recurperado del todo, este año viene mala... De momento no me ha visitado (el año pasado se instaló todo el invierno).
    Dejaté de vientos y arrimate a pechito ajeno que dicen eso alibia. Animo y para adelante. Un abrazo

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    1. mmmm... eso de pechito ajeno nunca lo había oído: habrá que probar ;)
      Gracias por el consejo

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