lunes, 1 de diciembre de 2014

50 DÍAS

Hoy se cumplen 50 días desde que me sometí a la que, hasta la fecha, es mi última lobotomía. Fue una decisión complicada pues, a pesar de ser una intervención bastante sencilla, no me podían garantizar ningún resultado ya que todo dependía de como evolucionase en los meses posteriores a la operación. De hecho las primeras semanas tras ser lobotomizado fueron horribles. Cada día me atormentaba rebuscando en mi cabeza esa dulce voz que me había acompañado durante los dos últimos años y solo encontraba silencio. Un silencio que poco antes había sido un confidente fiel y amable y que ahora se mostraba cruel y desgarrador hasta el punto de no dejarme conciliar el sueño (a pesar de las altas dosis de sedantes inyectadas en vena vía gotero).
Había días en los que maldecía a esa voz por haberse callado tan repentinamente, sin despedirse, sin darme ninguna explicación... Otros en los que me reprochaba a mi mismo el haber dejado de escucharla o el no buscarla con más ahínco. Y con el paso del tiempo llegué a plantearme si esa voz había existido realmente o todo había sido producto de mi imaginación. ¿Y si nunca hubo voz y ese recuerdo indicaba que la lobotomía había salido mal? O peor aun, ¿y si no había habido lobotomía si no que había perdido totalmente la cordura? Sin embargo las cicatrices de mi cabeza indicaban que sí había sido intervenido. Tocar cada mañana esas cicatrices me daban (y me dan) fuerzas para seguir tomando la medicación, acudir a las sesiones de rehabilitación y seguir adelante con el proceso de recuperación en el que estoy inmerso y del que, como he dicho al principio, hoy se cumplen 50 días.
Todavía es pronto para considerarlo un éxito pero todos los doctores y profesionales que siguen mi tratamiento se muestran muy satisfechos con mi evolución. Incluso yo mismo empiezo a ser optimista pues ahora sé que esa voz fue real. También sé que tal vez nunca más vuelva a escucharla y por lo tanto debo aceptar su ausencia por mucho que me duela. Cada mañana me propongo acordarme de ella un poquito menos que el día anterior, pero la sigo echando en falta. Y es que, al contrario de las de la cabeza, las heridas del alma no las puedo tocar con mis dedos y tengo que buscar en otro sitio las fuerzas necesarias para empezar a olvidarla. Pero como he dicho soy optimista y estoy convencido de que con el tiempo lo conseguiré, aunque para ello tenga que cambiar de celda y quien sabe si tambien de manicomio....



1 comentario:

  1. un beso,un abrazo y todos los macacos tiernos y solo una cosa más......loquito lindo no te olvides de dejarme la dirección si hay cambio de manicomio por que ya te he dicho que me gusta ir a tu celda.....

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