domingo, 16 de junio de 2013

La invitación

Estaba todo preparado. La noticia, anunciada meses atrás, estaba a punto de producirse: su antiguo amor de juventud volvía a casa convertida en toda una estrella de Hollywood. El pueblo entero esperaba su llegada y  se había organizado una gran fiesta de bienvenida. Desde que lo supo el muchacho había estado ahorrando y haciendo horas extra para comprarse un vestido de gala. Se pasaba las noches enteras ensayando lo que le diría en cuanto la viera. Noches y noches de insomnio para nada pues seguía sin saber que decirle, pero por fín había llegado el día.
Impaciente y nervioso se dirigió al local donde se hacía la recepción. A pesar de que todavía era pronto ya se había formado una pequeña cola para entrar. Conforme avanzaba la cola el muchacho se puso más y más nervioso, las manos le sudaban y las piernas apenas le sostenían cuando de repente a través de los cristales de la terraza apareció una figura. Sí, era ella, tan radiante y espectacular como en las películas pero sin el maquillaje se la veía más hermosa todavía. El muchacho lanzó un suspiro y una amplia sonrisa se le dibujó en el rostro, sin saber que tenía los minutos contados.
Cuando por fin le llegó el turno un robusto vigilante le prohibió la entrada, su nombre no estaba en la lista, no había sido invitado. De nada sirvió que el muchacho dijera que eran amigos de la infancia, ni las súplicas para que el vigilante la llamara y aclarase la situación. Las órdenes eran claras y precisas: Nadie sin invitación debía acceder.
Confuso, triste y humillado el muchacho regresó a su hogar. Se despojó del traje que tanto sudor y esfuerzo le había costado y le prendió fuego. Buscó algo con lo que ahogar sus penas, pero sus penas sabían nadar y resistieron todo el líquido que el ingirió hasta que finalmente no quedó ni gota en ninguna botella. Entonces el muchacho se derrumbó. Tanta era su frustración que las lágrimas se negaban a salir de sus ojos, se le quedaban dentro inundando su alma. Fuera se oían los comentarios de la gente que regresaba de la fiesta. El muchacho se acomodó en un rincón y se quedó observando fijamente hacia donde había ardido su traje horas atrás. Su precioso traje, convertido ahora en cenizas. El muchacho parecía observar las cenizas, pero sus ojos no veían nada. Su mente lo había abandonado. Cuando días más tarde fueron a buscarlo lo hallaron en la misma posición, esa posición que todavía mantiene en la celda de al lado.



4 comentarios:

  1. Unos pocos días sin escribir y ya se te echaba de menos... ;)

    Un besazo!!

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  2. Te puedes creer que hoy ha aparecido el chico guapo del metro¿?¿? Cuando lo he visto me he puesto a reir y me he acordado de tí!! xD

    Un besazo!!! ;)

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    1. Ya te dije yo que estaba bien jajajaja xD

      Un besazo y mil abrazos ;)

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    2. Hombreeeeeeeeee, mañana si me ves dime algo, no me dejes que me quede mirando como una tonta!!xD jajaja.

      Un besazo!! ;)

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