Sin comentarios

Dicen que la caridad bien entendida empieza por uno mismo. Pues bien yo añado que la libertad bien entendida también empieza por uno mismo. Y es que para mí no hay nada peor que la autocensura o que las obligaciones autoimpuestas, por mucho que esas obligaciones nos gusten. Porque en el momento que nos obligamos a algo por el mero hecho del qué dirán o qué dejarán de decir limitamos nuestra libertad aunque nos digamos lo contrario. A mí me gusta escribir en esta celda, lo hago porque me gusta y porque me siento libre: me desahogo, me río, me enfado, disfruto de vuestra compañía... pero lo hago cuando lo necesito, cuando me apetece. En el momento que tuviera que escribir algo para que tú lo leyeras, por mucho que me gustase, perdería parte de mi libertad.
Del mismo modo quiero creer que tú comentas mis entradas porque te apetece, porque quieres compartir algo conmigo, en el momento en qué comentes algo por obligación o por quedar bien tus palabras dejan de tener sentido para mí, dejan de ser sinceras. Así que te pido que si no quieres comentar nada no lo comentes por lo que pueda decir, porque si lo haces así lo unico que te diré es que eres fals@