lunes, 4 de marzo de 2013

SIRENITA: el poema

Y hablando de sirenas no puedo olvidarme de este poema de Ramón Sampedro, un hombre que pasó 30 años atado a una cama, pegado a un cuerpo muerto desde que a los 25 años se fracturó la séptima vértebra cervical cuando saltó desde una roca al mar y su cabeza chocó contra la arena. Durante esas tres décadas reclamó por activa y por pasiva la clemencia y misericordia que se hubiera tenido con cualquier otro animal en su situación. Durante años pidió a las autoridades e instituciones locales, nacionales e internacionales su derecho a tener una muerte digna, pero ninguna se atrevió a escuchar su caso.
Finalmente, cansado ya de ser ignorado, Ramón decidió poner fin a su vida grabándose bebiendo un vaso de cianuro potásico y agonizando delante de las cámaras. Una muerte que nada tuvo que ver con esa muerte digna que él tanto reclamó en vida. Ni siquiera pudo despedirse de sus familiares y seres queridos pues tuvo que planear su muerte en secreto, contándoselo solo a la persona que aceptó a ayudarlo.


Ramón siempre se consideró un muerto en vida condenado a convivir entre los vivos desde el Infierno de su cama, en la que pasó treinta años. Así se describe él mismo en su libro CARTAS DESDE EL INFIERNO en el que tambien podemos encontrar este poema tan maravilloso y esperanzador, aunque su única esperanza fuese la muerte.



Sirenita, no te calles,
que me duele tu silencio.
Yo te arrulo y deposito
en tu cabellero un beso.
¡Con el pensamiento, claro!

Y un collar de caracolas
 alrededor de tu cuello,
y un anillo de una perla
para acariciar tus dedos.

Yo te haré del mar la diosa
que encante a los marineros, 
náufragos a la deriva,
sin barco, vela ni remos.

Tu canto será su rumbo,
tus sueños serán sus sueños;
es lo que buscamos siempre
por la mar los marineros.

El canto de una sirena
que nos cante allá muy lejos,
más allá del horizonte
donde pensamos, sirena, 
que se esconde nuestro cielo.

El más hermoso de todos,
el que sólo está en los sueños:
el ideal de lo hermoso, 
de lo armónico y lo bueno.

Tu cantar es mi alegría
y del universo entero.
Sirenita si no cantas
van a llorar los luceros.

Y ya no podré mirar
de tus ojos su reflejo;
el ideal de lo hermoso´
de lo armónico y lo bello.

Sirenita, si te callas
¿cómo he de encontrar el rumbo
para llegar hasta el cielo,
si estoy solo, a la deriva,
sin barco, vela ni remos?


Descansa en Paz amigo Ramón,
por fin encontraste tu sirena 


4 comentarios:

Tu opinión me vuelve loco