Compañeros de pupitre

Tú sentada en tu pupitre finges prestar atención a la clase que imparte el profesor. Reservada y tímida te inclinas sobre tu libreta fingiendo tomar apuntes y copiar las notas que el maestro apunta en la pizarra, pero en realidad dibujas corazones con un nombre dentro.
De vez en cuando me miras disimuladamente y si te encuentras con mis ojos sonríes y agachas la cabeza. Pero a veces, cuando crees que no te veo, te quedas mirando fíjamente, absorta en tus pensamientos mientras tu mano, como si fuera un autómata independiente, continua garabateando corazones y dibujitos en el papel.
Tú no te das cuenta pero yo te observo, te analizo. Y entonces me doy cuenta de que no me miras a mi, si no mi pupitre. Que no piensas en mí, si no en quién lo ocupaba antes que yo. Y que no es mi nombre el que escribes, si no el suyo.

Sin embargo a solas, en la oscuridad de mi celda, recuerdo tu sonrisa e imagino que somos algo más que compañeros de pupitre. Entonces soy yo el que empieza a sonreír y es tu nombre el que escribo tanto en los corazones que dibujo en las paredes como en el que llevo dentro de mí.