Brújulas que buscan sonrisas perdidas

                      

Y mientras me despedía de mis viejos amigos Roland, Eddie, Susannah, Jake y Acho con el deseo de volver a reencontrarnos pronto intenté esbozar una gran sonrisa, pero lo único que conseguí fue forzar una medio sonrisa más cargada de melancolía y de tristeza que otra cosa. Y mientras permanecía con esa medio sonrisa observando como Roland y su Ka-tet se alejaban poco a poco del manicomio empecé a pensar de nuevo en Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo...

...Y entonces recordé que en el cajón de la mesita guardaba una de esas brújulas mágicas capaces de buscar sonrisas perdidas. Y como más vale una sonrisa triste que la tristeza de no volver a sonreír decidí embarcarme en la búsqueda de esas sonrisas perdidas ya que llevaba varios días sin sonreír, practicamente los mismos que noches llevaba sin pegar ojo.

                     

Al principio me costó bastante encontrar el camino, tal vez porque estaba más pendiente de la ausencia del viento que de seguir la dirección que marcaba la flecha o quizá porque me costó más identificarme con Ekaitz que con Marcos y su afán de ayudar al extraterrestre, pero al final encontré la senda correcta para encontrar esa sonrisa perdida que me esperaba, encerrada en un puño, al final del camino.
                  
Era una sonrisa amplia, casi de oreja a oreja, cargada de calma y serenidad pero sin ese brillo radiante que iluminaba mis noches a oscuras y me permitía conciliar el sueño como si fuera un niño pequeño que necesita la luz del pasillo encendida y la puerta de la habitación abierta para poder dormir sin miedo. Y es que en el fondo sigo siendo un niño pequeño que necesita que el viento me transporte la luz de tu sonrisa para poder dormir tranquilo.