Llega la madrugada, es hora de acabar la función y mientras el tramoyista baja el telón el público soberano emite su veredicto: aplausos o silbidos, aprobación o disgusto todo depende de la opinión del respetable.
Mañana se repetirá la obra y tal vez el público sea menos exigente pero esta noche los actores están contentos: han tenido una buena noche y han bordado su papel. No siempre es así, a veces cometen deslices que, gracias a su talento e improvisación, pasan desapercibidos para el gran público pero que una vez en el camerino les impide estar totalmente satisfechos con su actuación. Sin embargo esta noche no es una de esas. Están contentos y radiantes porque han rayado la perfección, tanto es así que hasta ellos mismos se han creído la historia e incluso han llegado a pensar que la obra podía tener un final feliz.... pero no, no estaban interpretando un cuento de hadas y en esta obra no hay perdices que comer.
Las perdices están sobrevaloradas, yo prefiero comer pollo con patatas.
ResponderEliminarUn saludo y cambia ya de registro
Pues también tienes razón (en lo del pollo y las perdices, en lo de cambiar de registro no tanto)
EliminarSaludo recibido y enviado otro de vuelta ;-)