sábado, 9 de noviembre de 2013

De aislamiento, Parca y poemas "esperanzados"

Parece ser que los días de aislamiento (más días de los que tenía pensado la verdad) no están sirviendo de nada, solo para que mis fantasmas interiores se presenten con mayor intensidad y tiñan de rojo sangre mis pensamientos que ningun viento puede transportar ya a ninguna playa desierta.
Cuando ser feliz no es una opción y la única ilusión es que la Parca sustituya al cada vez más esquivo Morfeo para transportarme de una vez por todas al sueño eterno carente de pesadillas hechas realidad lo mejor es hacerse a un lado y retirarse a un lugar oscuro a esperar con los brazos abiertos (todo lo abiertos que me permite la camisa de fuerza) a la de la guadaña.



Y mientras sigo con mi lamentable existencia esperando la muerte os dejo con un poema de Ramón Sampedro sacado de su libro "Cartas desde el infierno"

¿POR QUÉ MORIR?

¿Por qué morir?
Porque el sueño se ha vuelto pesadilla.
Porque la humana razón es más hipocresía
y menos verdad.
Y la libertad es sólo para los ingenuos una
inalcanzable utopía.

Morir es un acto humano de libertad suprema.
Es ganarle a Dios la última partida.
Es un corte de mangas que democráticamente le
hacemos al dolor por amor a la vida.

Es irnos en pos de un nuevo cielo donde, quizá,
la gloria nos sonría,
porque este que nos cobija tiene eterna cara de 
perro rabioso
que nos humilla, ladrido a ladrido, segundo
a segundo, cada vez oon más saña, dejándonos
un poco más escarnecidos.

Morir es jugarnos a una sola carta toda nuestra
vida.
Es apostarlo todo al deseo de encontrar un lucero
que nos alumbre un nuevo camino.

Y si perdemos, sólo perderemos 
la desesperanza y el dolor infinito.
Sólo perderemos el llanto que, lágrima
tras lágrima, nos anega el alma.

Como el náufrago que, después de que el barco se
haya hundido,
solamente espera, con la resignación del vencido,
entregarse, como el rendido amante,
a las tiernas caricias de su amada mar;
a sus besos salados y arrullos de brisas.

Y si ganamos la apuesta de la muerte,  si la
esquiva suerte una vez nos mira,
ganaremos el cielo, porque en el infierno 
ya hemos pasado toda nuestra vida.

¿Por qué morir?
Porque a veces el viaje sin retorno es el mejor
camino que la razón nos puede enseñar, por
amor y respeto a la vida.
Para que la vida tenga una muerte digna.



1 comentario:

  1. Excelente!! Es de esos poemas que se leen con los ojos al mismo tiempo que se estremece el cuerpo y el alma reconoce que el autor tiene razón.

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