Otro día que termina, o que está a
punto de empezar, lo mismo me da que me da lo mismo pues hace tiempo
que todos los días son iguales (las noches en cambio no). Me da
igual que termine un lunes, empiece un martes o sea mediodía de un
jueves, sin embargo esta vez miro el calendario y descubro con cierta
incredulidad que toca arrancar otra hoja del mismo y en ese momento
me siento como el hombre del traje gris gritando en silencio “¿Quién
me ha robado el mes de abril?” sin saber muy bien si me lo han
robado, lo he perdido o simplemente lo he dejado pasar, el caso es
que ya no lo volveré a recuperar pues se ha hundido en el fondo del
pozo del Pasado. Y mirando desde arriba me doy cuenta de que “on va
la corda va el poal” y yo prefiero ir a mi bola, sin ataduras de
pensamiento único. Aun así sigo pensando que cuidado con lo que
deseas porque puede que se cumpla. No sé, puede que esté loco. Casi
seguro que es así aunque no tanto como para construir la casa por el
tejado, como la que hay justo enfrente en la lejanía cuya obra quedó
paralizada porque la persona que diseñó tan alocado proyecto no
compartió el plano con el resto de la cuadrilla y ahora no saben por
donde continuar cuando ella falta.
En fin que se acabaron las aguas mil y ahora toca esperar hasta el día 40 para quitarme el sayo, pero eso será otra locura
En fin que se acabaron las aguas mil y ahora toca esperar hasta el día 40 para quitarme el sayo, pero eso será otra locura